Reunión 5.2.24
Cómo llegué a conocer a los peces, Ota Pavel, Ed. Sajalín
Estamos: José Luis, Ana, Carmen, Carmen, Marta, Cova, Isabel, Juan, Álvaro, Roberto, Luisa, Inmaculada, Izaskun
El libro ha encantado: encantado de encantamiento. Ha dado esa sonrisa que se pone cuando vemos algo hermoso y bueno, sin más ambición que esas hermosura y bondad. Las críticas de aquellos, muy pocos, a quienes no ha encantado, se refieren a la frialdad, el desapego emocional: se narran tragedias, pero se atiende a los peces y las aventuras de un niño o de un joven. Alguien responde: esa es la razón. Se trata de la mirada de un niño, y así se defiende un niño de lo terrible. Pero el autor no es niño, responden. Ah, pero el autor está rescatando a su niño interior mediante la memoria, y además tiene una mirada esencialmente limpia, pura. Se cuentan con los dedos las malas palabras, las malas personas que aparecen en el libro. No vemos la ira ni el rencor.
Por otra parte, ¿se puede contar lo terrible? Todos sabemos lo que está ocurriendo. El terror.
Ota es un tío activo, un cazador. Un pescador, que es un tipo de cazador más tranquilo. Desde pequeño pesca. Las mujeres cocinan. Los hombres pescan y se emborrachan.
Una vida hilada a lo largo de la pesca. Un hombre hecho hombre como pescador. Cazador, guerrero. No: cazador, pescador, alguien que consigue alimento en la naturaleza, siempre solo el alimento necesario, y se alegra y enorgullece de ser más inteligente que sus presas.
Tras una guerra mundial y una vida bajo el puño soviético, Ota Pavel es un guerrero en la naturaleza, es fuerte, es valiente, consigue alimento. A cuántos de nosotros nos enardecería esa lucha limpia.
Palabras repetidas: ternura, naturaleza, fácil, el río de la vida, humor fino, sensibilidad, poesía, libertad (¡en esas circunstancias!), sencillez y profundidad.
Parece ser que este libro es lectura obligatoria en el sistema educativo checo: lo entendemos.
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